domingo, 13 de febrero de 2022

22. Los besos no deseados. “Con el tiempo aprendes que alargar finales es posponer principios”.

 




Esta entrada fue escrita en 12/21  Escucha esta canción mientras lees.

Llevo un buen rato sin saber cómo ponerme a escribir.

Tengo resaca emocional, ganar un amigo que te cuida como un hermano mayor y recibir un primer beso no deseado. 



Asco. Ganas de llegar a casa, lavarte la boca con jabón. Te sientes sucia, como si hubieras cometido un pecado del que redimirte a ti misma, te culpas por dejar que sucediera y también porque tus “no” no funcionaban hasta que te diste media vuelta y dijiste “no puedo”. Girar la cabeza constantemente tampoco servía para nada. Te da asco el simple hecho de decir que no varias veces y que sigan insistiendo, insistiendo, insistiendo, hasta el cuello. No es tan fácil, te resulta tan suave que al principio te quedas ahí, y de repente tu cerebro hace click y te das cuenta: no quiero esto. No te vale que un beso sea dulce, no te vale nada, no te vale cualquiera y en estos tiempos que acompañan uno ha aprendido a no ir haciendo el gilipollas. 



Escucho Rufus T. Firefly en aleatorio en YouTube. Los anuncios me bajan a tierra. Empieza Tsukaromi y mi fantasma se sienta en la silla, mira directamente a la pantalla y comienza a intentar comunicarse de nuevo. Sinceramente, nunca sabría explicar lo que sentí o lo que sucedió. Puede que mis recuerdos estén borrosos, puede que siga sin comprender qué sucedió realmente, qué click hice en un momento. Qué claridad obtuve al reafirmar mi no y caminar y dejar atrás. Dejar atrás un ego grande con ganas de comerme, no aceptar un no significa dejar de anteponer la educación y la empatía en pos del egoísmo y una decisión unilateral. Y que dos no se besan si uno no quiere. Que una persona puede contestar un beso confundida y rectificar, que tienes derecho a decir que no y a que respeten tu espacio. 



Esto me hace recordar que en cada lugar el peligro está ahí. Estando en el campo, por una carretera hacia un pinar, paró un coche a mi altura. No sé qué iba a decir, me vio con el móvil en la mano e hizo un gesto con la mano y se marchó. No pasó nada, pero el miedo o susto, te lo llevas igual. 



Aquí la gente educada pregunta cómo quieres saludar, cómo te sientes cómoda, si prefieres dos besos, abrazo, codo, o nada. La que no lo es se mueve por impulso, veo clara la dicotomía en la ciudad.



Este domingo de escritura automática me lleva a pensar que simplemente soy un pato y siempre acabo dentro de una emboscada emocional. El día se levanta y yo me vuelvo a acostar aturdida, como si el golpe de la mañana me hubiera pegado en el estómago. Algo distinto fluye en mí, antes pensaba que le tenía mucha fobia a la gente, que sencillamente las personas en multitud me aturdían. Aún lo sigue haciendo, lucho, respirando despacio, contra esa sensación de bloqueo y pérdida de la respiración. Es curioso, cuando estoy sola en una casa en el campo esa soledad es mi amiga y compañera, sé dónde encuentro un equilibrio tan instintivo como necesario. En cambio, cuando estoy sola en la ciudad y camino por la calle rodeada de personas, esa soledad pesa, metafóricamente hablando; visualmente puedes verte desde lo alto, como si fueras un dron. Puedes ver esa secuencia en una película, tú en mitad de un montón de gente como tú. Con sus sonrisas, en sus miradas, gesticulando aquello que descifras bajo una mascarilla. Ves que la gente está cercana. Hablas, incluso, con desconocidos, vas haciendo nuevos amigos, ves a los de siempre. Hablas, lo haces como cuando vas a una tienda en un pueblo. Hablas y eres natural, pero esa sobredosis de emociones al día siguiente tienen consecuencias. El ruido, el ruido aturde tanto que es difícil explicarlo sin parecer una hipérbole de domingo. 



Hoy me llega una misma frase por varias vías, tan cierta... “Con el tiempo aprendes que alargar finales es posponer principios”. 

40. La pantomima de la cuerda.

 La pantomima de la cuerda: Cuando no sabes si estás trepando o si tiras de ella hacia arriba con un peso atado. Si trepas, vas viendo mover...