La verdad es que ahora que lo pienso,
a pesar de haber sido un muy mal más de un año a nivel emocional,
creo que he hecho más cosas enriquecedoras para mí de las que pensaba:
-He aprendido (y sigo, eso no lo dejaré) a pintar con acrílico fluido.
-He dejado el miedo a hacer collages feos porque me gusta hacerlos.
-He hecho algunas grabaciones, aunque menos de las que me gustaría.
-He vuelto a tocar técnica abandonada de violonchelo.
-He hecho más canciones nuevas.
-He escrito más poemas, de esos que nunca enseño a nadie en agendas olvidadas.
-He empezado algo en prosa y lo he abandonado, como todo lo que empiezo en esa línea.
-He vuelto a coger la cámara sin miedo al manejo en modo manual.
-Decidí que quería apuntarme a trompeta, así que llevo 5 meses y... ¡¡voy por la lección 17 de 24, mamá!!
-Llevo no sé cuántas agendas ya como diarios que no quiero volver a tener que abrir.
-He dejado de ser tan huraña y ya socializo algo por el campo.
-He empezado a tomarme el deporte como algo necesario.
-He vuelto a tener ilusión por muchas cosas, y creo que esta es la mejor de todas.
-He vuelto a escribir a máquina.
-He vuelto a cantar por el pasillo porque me levanto de buen humor.
Quizás a ti este listado te parezca una soplapollez, pero para mí son pequeñas cosas que me doy cuenta de que han sido un camino precioso para ir escalando desde el fango.
No hay comentarios:
Publicar un comentario