domingo, 23 de enero de 2022

28: El discman.

 



Escucha esto en bucle haciendo click encima. 

Vacío, amplitud, mascarilla, sueños raros, modo casera, agorafobia echada de nuevo. 



Me daba cuenta ayer de que estaba volviendo a encerrarme en casa, no es poco lo que tengo acumulado por hacer esta semana desde el ordenador, pero eso no era una excusa, era una daga. No sale solo, no lo echas, no te agarras de los hombros y te sacas a la calle. Algo intrínseco hay, pero la verdad es que no, te concentras durante dos horas, vas a salir a la calle. Aunque sea porque ya no te queda tabaco. Es doloroso, da miedo, te late el pulso a mil por hora, pensar en personas con las que te cruzarás te pone histérica, los ruidos de los vehículos los camuflas con la música en los cascos... pero no, no es fácil. Te cuesta horas darte cuenta del gran paso que vas a dar. Y lo das. No te sorprendas si conoces a gente que pase por el mismo problema y le de por abusar de alguna droga. Pues para qué nos vamos a engañar, cuando no estás bien cualquier cosa que te haga huir de ti mismo parece baladí, pero no, atrévete a enfrentarte a ti mismo.



Vuelves a casa tras un mini paseo y sientes el pecho abierto, lo has conseguido. Has quedado para un café después de comer y viendo que el autobús tarda exactamente lo mismo que si fueras andando, decides que la segunda, mientras te da el sol, es la mejor opción. 



He exprimido las emociones demasiado estas semanas y, al igual que mis tatuajes, me he encerrado en mi propia corteza. Hoy he decidido que me maquillo, nunca suelo hacerlo, me gusta ir con la cara lavada. A veces lo hago porque me gusta, porque me siento bien, pero no como algo esclavo que deba hacer para salir de casa. Recuerdo que cuando iba a dar clases a casas de mis alumnos en Madrid, siempre iba algo maquillada, como si tuviera la necesidad de aparentar que estaba preparada para vivir. Y ese es el error, camuflarse en el maquillaje y no disfrutar de él cuando te apetece. He perdido la cuenta de la última vez que usé unas lentillas. Desde que compré estas gafas nunca me las quito, ni siquiera he traído un bolso para que me quepan las gafas de sol, supongo que tendré que poner remedio a eso, porque hay algo para lo que sí me apetece volver a usar un bolso en lugar de riñonera: un amigo me ha regalado su discman. ¡¡Y funciona!! En esta ciudad aún seguí usándolo los primeros años que viví aquí, iba en el tranvía y cambiaba de disco mientras me sentía observada por seguir viviendo en el siglo pasado.


Me ha costado más de una semana asimilar que para mí un discman es un regalazo caído del cielo, vuelvo a la ilusión de escuchar discos enteros, sin que YouTube te sorprenda con la siguiente canción. He recordado cuántos discos puse en él mientras iba con el golf gti viejito – del 90 – enchufado a un cassette con cable. 


Algo en mí sigue haciendo un click. Hoy es mi no cumpleaños y cuando vuelva a casa me voy a dar un baño. Hacía seguramente 4 años que no pisaba una bañera. Me encantan los auto regalos que consisten en no comprar algo tangible. 


"Me gusta vivir, muy suave, suave... Suave es vivir sola"


domingo, 16 de enero de 2022

27. Semana rara.

 Escritura automática:




Mientras escucho esta canción en bucle. 

La, la, la... Semana de no hacer nada. La vida de las musarañas parece entretenida vista desde arriba. En realidad los humanos somos hormigas viviendo en habitáculos dentro de galerías que hay en edificios. No somos tan distintos. Batman me entretiene contándome cosas suyas mientras fumamos, siempre me río y escucho atenta. Hoy no, hoy sólo quiero existir, escuchar música, algunos bocetos de nuevas canciones y pasar de la existencia humana que tengo alrededor. 


Esta semana me he hecho un tatuaje y he acudido por primera vez al podólogo, así que realmente tampoco es una semana tan interesante. El tatuador y el podólogo fueron muy agradables, sin duda con personas así da gusto dejarse el cuerpo en ausencia de alerta. 

No siento el culo, llevo tantas horas sentada al ordenador que tengo el culo carpeta sin riego sanguíneo, merezco como cuerpo humano que me tiren a los deshechos, sólo me sirve el cerebro y mi carcasa se ha caducado. 


Comida, higiene, sueño, orden mental, seguir escribiendo, seguir con el trabajo secreto, disciplina, silencio, jazz, soledad. Organización. Ilusión por los cambios. Vacaciones obligadas desaprovechadas. La luz del sol es un regalo que desaprovechamos. La luz del sol es alegría, vitamina y energía. No puedo vivir sin sol, no puedo vivir con las horas a deshoras, cada día necesito aprovechar cada vez mejor las mañanas. Cada día huyo más de la noche, cuando no aprovechamos el tiempo sentimos que lo externo nos roba la vida. Por eso a veces nos gusta tanto la soledad, para que nada externo nos trastoque nuestro ritmo y horarios. Qué poema somos a veces, hasta que no nos calamos bajo la lluvia muchas penas no se van. 


La violencia de los tiempos que fluyen, los sospechosos de crímenes pasados, los que actúan batallando palabras, inmunes a cerebros frontales, asienten como el gélido frío hacia el fondo del yacimiento. 


La nobleza de los animales siempre te hace sentir en casa, su inocencia y su fidelidad. Son graciosos perdiendo cosas, lanzándolas al agua esperando que floten. Y ahí se queda su mirada perdida, esperando que alguien rescate a su víctima. Pero no hay rescate. La vida es así: unas veces se gana y otras se pierde. Y presupongo, tú también eres una persona cansada de perder. 



Así que a por todas. No dejes de buscarte aunque te pierdas mil veces, no seas esa pelota que cae hasta el fondo y nada hacia arriba para salir a flote. Nos distraemos mirando a las luciérnagas y lo que importa no es la trayectoria de su movimiento, sino que tienen luz propia. 

domingo, 9 de enero de 2022

26. Para renacer hay que morirse un poco.

 






Escucha esta canción en bucle mientras lees. 💚

Llevo días dándole vueltas a la idea que nos inculcaron de la belleza, la simetría, el pelo así o asao, los dientes, la nariz, los ojos -si los tienes azules parece que tienes pase VIP a la sala de “Lxs guapxs” y en muchas ocasiones  la sala de Prepotencia también se abre para ti-. 



Recuerdo mi adolescencia como una época bastante idiota, pero con un listón sin duda nada que ver con ese canon de belleza. Desde siempre me gustaron los dientes descolocados, las narices prominentes, las gafas y los ojos oscuros. 



Sólo me gustó un chico de niña de ojos azules, sorpresa: a los años fue mi pareja. Sorpresa: salió rana. Sorpresa: odio los ojos azules. Está mal ser pareja de quien idealizaste de niña. No es tu príncipe azul, puede ser un auténtico capullo, no lo olvides. Hay algo que me resulta extremadamente atractivo y que no se ve, las neuronas en movimiento. La forma en la que vemos el mundo, la sociedad, la forma en la que nos gusta ayudarnos y salir del lodo. Con los años, cierto es que me doy cuenta de que no considero que mis parejas hayan estado precisamente fuera del canon de belleza establecido por la sociedad, aunque el amor es ciego, para mí en su momento me parecieron las personas más bonitas del mundo, lógicamente.



No sé en qué momento nuestro cerebro hace crack, decidimos tomar introspección y elegimos la soledad, algo hay roto en esa percepción de belleza, vuelvo a la adolescencia en la que mis amigas me decían que tenía un gusto bastante pésimo. La verdad es que parte de razón tenían, en mi carpeta negra en la que pegué fotos de mis grupos favoritos en aquel entonces había una de Marilyn Manson. 



¿Ves cuando te sientes extraño por no encajar en la sociedad y tener los mismos gustos o criterios generales? Pues algo así me debió de suceder cuando me echaron de Tinder, por ser un perfil anónimo. Me encanta que me echasen de una app por ser anónima sin faltarle el respeto a nadie. Cuando lo he utilizado ha sido meramente para saber qué tipo de personas se movían por ahí, cómo hace la sociedad para ligar o conocer a otras personas. Es evidente que este capítulo no va de cómo fue #strinderthings, eso vendrá más adelante. La cosa más buena que saqué de ahí es que algunas risas me eché. Pero no todas las personas tenemos los mismos gustos y necesidades, eso hace que no necesitemos aplicaciones para todo.



Echo de menos hablar con gente como antes de la pandemia, ver sus dientes descolocados y su nariz aguileña, echo de menos los abrazos aunque adoro adivinar las sonrisas bajo las mascarillas. Echo de menos ver caras guapas en gente que para muchos son caras feas. Eso sí, adoro mi soledad, no hay belleza que hiciera rendirme a los pies de nadie y sentirme enganchada o atada mientras estoy alzando el vuelo. Y eso también es belleza.



Dicen que la gente que te mira los dientes es porque te quiere besar, yo miro dientes desde niña, como si fuera un fetiche, también me gusta mirar los zapatos o cómo te queda el pantalón o el color de una camisa. Te miro los dientes porque me encanta mirar los dientes, no porque quiera besarte. 


Y hasta aquí mi podcast, porque este domingo precioso me ha regalado una uña del pie partida por la mitad. Gracias, 2022. Yo también te esperaba con ese ansia. Para renacer hay que morirse un poco. Gracias, a la música, por salvarme siempre y ser ese lecho donde reposar las emociones. Me gustan los aviones.

domingo, 2 de enero de 2022

25. ...

 






Llevo varias horas pensando que los domingos que no publico escribo con más calma y más concentración y, en cambio, los domingos que quiero publicar, se me va de las manos y acabo escribiendo bastante peor. 


Antes tenía blogs que llevaba de forma completamente diferente, eran un caos y desorden completo. Publicaba poco, sólo cuando me pasaba u observaba algo que me hacía meditar sobre ello.


A veces me pregunto si era mejor aquel método caótico, puede que sí. No sé cómo llevaré pasarme por aquí este año, quizás siga el mismo método de escribir lo primero que pienso al despertar o cuente cosas diferentes, mucho más centradas en lo que estoy trabajando en la cueva. Pero sí me apetece añadir algo más, si tengo tiempo para ello, es algo que puede ser interesante.


¿Por qué llamar a esta entrada “...”? Porque a veces pasan tantas cosas por mi cabeza al despertar que no hay una frase concreta. Lo primero que hago es el ejercicio de acordarme de los sueños, a veces son graciosos, a veces bonitos y a veces inquietantes. Y luego pienso cosas sobre la sociedad, qué nos gusta de ella y qué podríamos mejorar. Pero la triste realidad es que podemos cambiar muy poquitas cosas a nuestro alrededor, más allá de conversaciones enriquecedoras, resulta más fácil aprender e intentar ser mejor persona cada día desaprendiendo cosas culturales heredadas que están mal en la sociedad desde dentro que tener conversaciones que a veces resultan tan productivas como hablar con una pared.


A este año prefiero no ponerle propósitos que no van a llegar a cumplirse y sólo nutro la ilusión por las cosas que sí están al alcance cumplir. A nuestro alcance está hacer algo que nos haga tener una vida sana, pero no lo está montarnos castillos en el aire. Todos somos diferentes, con nuestras perspectivas y nuestros ritmos de vida. Supongo que para estar bien con uno mismo hace falta saber escucharse y seguir tu propio ritmo. No todos necesitamos el mismo ritmo para ser felices y esto es importante tenerlo en mente: normalmente, las personas que nos fijamos en las pequeñas cosas tendemos a un ritmo más lento y el ajetreo nos genera ansiedad.


Este año sólo voy a proponerme saber escucharme, saber lo que necesito y no tener miedo a verbalizarlo. Debería recuperar un hábito que tenía: a veces me escribía cartas a mi yo del futuro y las escondía para que cuando me las encontrase, conectara partes de mis recuerdos que se quedan en el olvido con un presente que desconocía. Siempre he creído que para evolucionar y saber dónde vamos es necesario saber de dónde venimos. Llevo meses trabajando en ello y es algo que ayuda mucho para estar en equilibrio con uno mismo. 


No ayuda que preguntemos a los demás cosas que pueden remover más de lo que creemos o demos consejos que no nos han pedido. No ayudan los interrogatorios. Creo que deberíamos practicar simplemente el hecho de preguntarnos con total honestidad y escucha:


¿Qué tal estás?

40. La pantomima de la cuerda.

 La pantomima de la cuerda: Cuando no sabes si estás trepando o si tiras de ella hacia arriba con un peso atado. Si trepas, vas viendo mover...