domingo, 25 de julio de 2021

9. Pensamientos domingueros.

 En voz alta digo “ect”. E, T, C. No digo etcétera casi nunca. No digo etcétera aunque no tenga sentido leer etc.


Hoy me apetecía estar conmigo, el sábado ha sido el día del silencio. Es de madrugada y estoy apuntando cosas subrayadas del libro “Desde mi celda” de G. A. Bécquer. No he contestado ningún audio, ni tampoco he gesticulado palabra en todo el día. Creo que solo he hablado a una hormiga. Y al resto solo he respondido por texto. Algún rato he puesto música o alguna entrevista del YouTube, últimamente me gusta mucho el formato entrevista de tú a tú. Pero hoy he quitado todo en menos de un minuto, me aturdía, las palabras comenzaban a parecer ruido. El silencio, la calma. Escucho pájaros, algún coche rara vez, el crujir del techo de madera por las dilataciones, el ruido de la nevera. Me apetecía mucho estar conmigo, rara avis, estar en mí. Cuando limpio suelo hacerlo con música, por eso hoy no he limpiado, como cada fin de semana.


Todo empezó porque al terminar de escuchar un audio en la mañana éste terminaba con música muy alta, con mucho ruido... Me quedé tan noqueada por ese estruendo que me instalé en el día de estar callada. De cerrar persianas o cerrar ventanas, volver a desayunar, leer y escribir aquellas cosas que me gustan del libro que te he contado.


– El sábado sentí que necesitaba estar conmigo, sin emitir mi voz al exterior. Conmigo o en mí, me echaba de menos. – 


  • Ribazo:


  1. Porción de terreno con una pendiente muy pronunciada entre dos zonas de distinto nivel como el que hay en el margen de una carretera o de un río.

  2. Talud entre dos fincas que están a diferente nivel.



Está oscureciendo mientras se oyen las campanas de la iglesia, ya son las diez. También, como cada uno de estos ratitos después de regar, me siento a leer hasta que anochece y a veces, como en esta ocasión, se oye un ligero piano de fondo, como si un vecino estuviera tocando o con música de piano muy alta. A veces escucho el canto lírico de una mujer. Da igual en dónde me encuentre, la música me persigue allá donde vaya. Estos ratitos le saben a uno a gloria bendita. 


En esta casa el tiempo me lo va dando el sol. No hay ningún reloj haciendo tic-tac así que solo soy consciente de la hora si miro el teléfono móvil. Mis rituales o hábitos diarios me van marcando un patrón de aprovechar el sol. Leo mientras desayuno, me doy tiempo de hacer cosas que me gustan desde que me levanto, normalmente toco el chelo por las mañanas, limpio los fines de semana y también cocino para varios días, voy a ver a mis padres un día a la semana... Me he ido acostumbrando a tener un patrón más improvisado y de incertidumbre para los proyectos.



Mi reincidente tentativa de cerrar toda red social por un tiempo acecha y solo dedicarle a cambiar el móvil por los libros al silencio. Supongo que esa es mi zona de confort y de realización personal. Autoconocimiento. Cono y cimiento, esto está en obras. Cada vez echo más de menos Zaragoza. Me acuerdo mucho de la casa de los libros, en aquella época comencé a leer más ensayo, novela, filosofía... 



Desde este silencio durante todo el día, sentía que podía ver cómo la sociedad se iba encontrando y estando en su vida con diversas personas. Si nos alejamos de esto podemos ser un punto que se ha pausado. Un punto que no tiene otros puntos alrededor.



Creo que hasta la adolescencia odiaba el campo, no era por todo lo bonito y divertido que me transmitía estar en él, sino por toda la cantidad de bichos que me picaban. Me pasaba el día con picaduras que se hacían mucho ronchón. Últimamente, en estos ratitos de leer hasta el anochecer, me acribillan los mosquitos. El campo me ha ido gustando más de mayor, al igual que interesándome más conocer sus animales y plantas más al alcance de mi vista, aunque curioseo bastante sobre arañas, que son lo que más cerca tenemos.



Oigo el maullido de un gato. Luego otro ruido. Presumo que hay pelea entre dos gatos o algo parecido por los gruñidos y la estampida. 



  • Alborada: es un poema o canción destinadas a cantar la mañana; así mismo, se cataloga como alborada la composición lírica o musical que trata el tema de la separación de los amantes al amanecer.



Algunos perros ladran por las noches, también oigo a chavales que se reúnen en las calles o alguna plazuela. Seguro que en un rato aparece la araña lobo buscando algo atravesando la salita. Hoy se retrasa, como ayer y como anteayer. Ya la llamo Úrsula, creo que forma parte de la familia, de momento es una la que permanece y es macho, a no ser que no me haya informado bien, tengo entendido que las hembras nunca salen de su gruta vertical salvo cazar algo que esté en la orilla.


Escucho un ruido proveniente de afuera a la vez que de dentro. ¿Un cambio de presiones? ¿de aires en circulación? Eran ruidos con movimiento. En la noche también hay bichos. Hace un rato Úrsula ha salido trotando, que no cabalgando, he querido escuchar a la vez que ver un movimiento muy rápido, como un trotado leve, un sonido nuevo. Así entiendo que se llamen arañas lobo.


La noche también tiene su magia. Su levedad y su peso. Su tranquilidad e inquietud agudizan el oído. Vuelvo a escuchar ruiditos que me mantienen en alerta.


Decido irme a dormir. Las mañanas suelen ser siempre iguales, desayuno alrededor de las 8, variando el día. Llevo días que me duermo por las esquinas. Hoy el día está un poco triste, ayer sábado le dije a mi madre que mejor me quedaba, y que parecía que llovería, el tiempo no lo avisaba. Hoy ha sido un domingo raro, de esos en los que no sale el sol, miro el tiempo, no pone nada. Empieza a tronar, horas diluviando, parando y lloviendo, parando y diluviando. El olor era como el que me gusta de las tormentas y el suelo mojado. Los pájaros comienzan a cantar y me recuerdo que aunque empecé a escribir desde el domingo por la noche, hoy me ha costado bastante volver a retomar el teclado, siempre escribo a mano.


Todo esto son pensamientos domingueros, rutinas, reflexiones, tonterías... Este es un lugar donde parar los domingos, me gustan los domingos, siempre me gustaron. Desde niña tuve el hábito de hacer deberes y después escribir algunos versos o canciones, abrir la enciclopedia y descubrir palabras nuevas. Me gustan los domingos. Para mí siempre los domingos son soleados, menos hoy. Hoy estaba gris, como el cielo. Hoy decidí no poner música para ducharme, escuchaba de fondo el diluvio y los truenos.


Pensamientos domingueros son tonterías y a lo mejor algún acierto. Alguna reflexión, sensación... Pues nada, a finales de año, de un texto que escribí ad libitum y diciendo claramente que había cosas reales y ficticias, obtuve un comentario muy feo de una persona que conocía, donde lo más gracioso que me decía era que eso eran pensamientos domingueros de chica de ciudad, pero da la casualidad de que conocía el campo desde niña. No restando ser de ciudad, sino invalidando todos mi años de aprendizaje sobre cosas que me van interesando. Cerca de las navidades tenía el gusanillo de volver a tener un blog donde volviera a volcar en cosas que me fijaba en la rutina de la vida, decidí ponerle ese nombre: Pensamientos domingueros.


Usar ese tonto insulto que tanto me dolió, entre otras perlas, era una forma de utilizarlo de escudo y reírme un poco. ¡Al final me había dado hasta una idea! Pero no me atrevía a empezarlo, recuerdo tener pendiente compartir mi reflexión sobre aquella época #strinderthings, pronto llegará. El caso es que cuando salió “Puta” de Zahara, me removió mucho, empecé a recordar cosas del pasado, cosas dolorosas y a la vez comprender de dónde venía y dónde quiero ir, qué cosas cambiar... Ese disco debe ser algo así como ir a terapia un tiempo. Un día dije: – Venga, va. He vuelto a ser el bicho raro que soy, y me acepto. 


Y aquí estoy cada domingo, compartiendo alguna cosa que se me pase por la cabeza el mismo domingo. En la vida digital siempre acabo percibiendo todo muy polarizado, con falta de mediaciones; en mi vida terrenal percibo lo que observo, y como siempre, si alguien se equivoca en este entorno soy yo, la naturaleza tiene sus propias leyes y funcionamiento. Ella no se equivoca, te aplasta. Y empezar a curiosear sobre ella me acerca al sentido de la vida. Como si la respuesta siempre estuviera ahí afuera, en las dudas y en la observación. 

Pues ya estaría.

domingo, 18 de julio de 2021

8. Soledad: la vida es eso.

 Puedes escuchar esto mientras lees


Dicen que el ser humano es sociable por naturaleza. Quizás sea que no soy humana, por eso siempre digo que soy de Plutón... Creo que ya entendí por qué a mí la soledad me resulta tan adictiva... La verdad es que es cierto que de vez en cuando sí siento verdaderas ganas de ver a mis seres queridos, ahí donde cabe parte de familia y amigos más íntimos. Pero no toda la familia, ni todos los amigos. Sólo aquellos más indispensables. Cuando disfrutas de verdad de la plenitud de la soledad sabes, o de un modo diferente, te das cuenta de con qué personas sí necesitas mantener el contacto más continuo y aprendes a disfrutar de los momentos de otro modo más pausado, más lento como un caracol. Te das cuenta de que los momentos son mucho más intensos y saboreas las palabras con más gusto, te da tiempo a paladear el propio tiempo y a estirarlo como un chicle, no a masticarlo y engullirlo como si fuéramos un lobo hambriento. Te da tiempo a paladear el tiempo, te da tiempo al tiempo...


domingo, 11 de julio de 2021

7. El silencio.

 


¡Puedes escuchar esto mientras lees!

Qué hay del silencio, dímelo tú. Yo solo puedo decir cosas bonitas sobre él y lo que me aporta. Hasta hace relativamente pocos años no sabía valorar la verdadera paz del silencio... Desde muy pequeña disfruté de la música y comencé a estudiarla. No tardé mucho en fijarme en aquellos símbolos raros que marcaban silencios de diferentes duraciones de tiempo en las partituras, fue entonces cuando comencé a comprender que el silencio también era música.


 Imagino que te vendrá a la memoria el famoso 4'33'' de John Cage. Cuando el exceso de sonidos consonantes y disonantes me saturan, el silencio me calma. Cuando escucho música actual y me resulta tan repetitiva como el murmullo de la gente o el sonido constante del metro, cuando el ruido del tráfico llama a la puerta de mi ansiedad, ahí está esperando en casa el bendito silencio. ¿Cómo sabes quién eres verdaderamente cuando sólo el ruido de tus pensamientos te acompaña? Lo sabes en silencio, te conoces en silencio e incluso, a veces, no te soportas en silencio. Por eso hay gente que no soporta la soledad y dónde te lleva el silencio, hay personas que no paran de hacer planes o estar rodeados de gente. Necesitan ruido. Hay mucha gente que teme al silencio porque aún no se ha cansado del ruido y, quizás, porque aún no ha descubierto que puede encontrarse a solas con sus virtudes y defectos. A mí me encanta darme un día de silencio en honor a aquel ático donde viví en soledad y silencio, sin televisión ni internet, en compañía de mis mascotas. Pero muchas veces ese día se convierte en una semana escuchando los cantos de los pájaros, le gente yendo a labrar con sus vehículos y el ruido de la nevera. A veces me impongo el ejercicio de volver al pasado y al dolor más recóndito y olvidado, e incluso de forma contraria a la imaginación y a la creatividad. En silencio leo libros que me llevan a otros lugares, también llego al absurdo pensamiento de que me oigo la respiración, que funciona de forma automática y cuando reparas en ello se corta como quien corta un hilo, hasta que vuelve a su ser. 


 Eso es el silencio, de algún modo, es eso que siempre estuvo ahí pero nunca reparaste en ello. Cuando haces senderismo en el campo y vas en silencio escuchas el sonido de la naturaleza, lo que también siempre estuvo ahí desde que naciste pero no lo escuchabas en la ciudad. Te has atragantado con tu propia saliva más de una vez, lo sé. Sé que has olvidado lo que era este silencio y que cuando te obligaron a estar 3 meses encerrado en casa ese silencio despertaba en ti más terror e inquietud que calma. Porque aún no te había saturado el maldito ruido. 


domingo, 4 de julio de 2021

6. La inspiración.


Hoy es lunes. Dirás que miento. Es un lunes común, pero no es como esos lunes estresantes de cuando el domingo se acaba. Hoy es lunes y el vacío se ancla en mi dorsal como espina de rosa araña al viento a su paso. 



Hoy es lunes, pero no es lunes, y no pasa nada si no cumples tus ritmos porque el sol decide por ti.



No me centro y no concentro la neurona necesaria para latir la risa y desencantar el canto. La inspiración llega cuando le da la gana. Lo sé muy bien. Sí, es verdad, muchos dicen que la inspiración es una ilusión y que sólo es fruto del trabajo.



Es cierto que siempre hace falta trabajar la técnica, por eso hay tanto intrusismo en las artes. Porque hay una delgada línea entre trabajar la técnica y dejar volar el sentido. Sí, es cierto, la inspiración te pilla trabajando. O no. También hay que saber mirar la vida desde muchos ángulos, leer a otras personas y saberlas sentir. Es vivir la vida y saberla contar como quien te toca son sus manos, es arañar con la voz masticando las palabras la tez y el cuero cabelludo. Es saber hacer cómo hacen lxs profesionales de la interpretación. Claro, no sé cómo no lo he visto antes, actrices y actores han de meterse en cualquier papel, desde lo puro hasta lo turbio y no juzgarlo. Sólo transmitirlo. Así es lo que hacemos cuando escribimos un poema, así lo es cuando cantamos una canción. Se trata de sentirlo y no juzgarnos.



La inspiración es mejor que te llegue trabajando, o no. La práctica hace mucho más ágil el proceso, sí. Pero el contenido, a mi parecer, es mucho más importante que la forma. La forma se puede trabajar, se puede ir tallando hasta dejarla perfecta y vestida, como se hacen los arreglos de las canciones para que suenen en tu autorradio. ¿De qué sirve un traje si está puesto encima de un maniquí? El maniquí es inerte, no tiene vida ni voz, no está muerto porque no nació. Lo importante detrás de la cáscara es el alma que hay dentro, si está habitado o si está vacío. Repito: el contenido es más importante que la forma. ¿Por qué puede funcionar una canción a guitarra y voz sin necesitar una banda en directo? Y el contenido hay que vivirlo o no vivirlo en primera persona, pero sentirlo es una responsabilidad ineludible para expresarlo.




Para sentir hay que pausarse, hay que observar lo cotidiano y también hay que dejarse llevar como si fuéramos Baudelaire en “Spleen de París”. Crear también es abandonarse al pozo más oscuro que contiene miles de emociones aún sin nombre.




Escribo mucho, arrugo muchas hojas en una bola que lanzo al suelo. También leo todo lo que puedo, y publico casi nada. Hago canciones desde los 8 años y solo he publicado 8. Yo no hago pseudopoemas ni canciones para publicarlas, mi fin es entenderme, mirar atrás, cambiar de opinión o mantenerla. Pero sobre todo, hago esto porque para mí es necesario, como quien escribe un diario. Es un instinto vital. Aunque también existen procesos en los que me callo a mí misma, miro al infinito y encierro las lágrimas, como si estas nunca fueran a reventar por los ojos. No sé si quien publica mucho cuida la forma y no el contenido, para mí da igual si estás años y años en silencio y luego enseñas algo porque te apetece y crees que merece la pena, mira Fiona Apple -hostia en la cara de discazo que te ha dado-. Creo que lo que importa es como en un buen polvazo, no es la cantidad, es la puta calidad, sentir que eres honesto y que estás enseñando algo real, algo de verdad.



Lo cierto es que yo no escribo para ti, ni siquiera para mí. Me expreso porque hablando, pensando o escribiendo soy. Y siendo me conozco, y si me conozco sumo y puedo restar lo que no me gusta de mí. Todo lo que nos llega nos inspira y eso es la vida. Negarlo nos limita. A veces hay que dejar pasar días, semanas, seguir poco a poco trabajando pero darnos más espacio para respirar y vivir. Ay, sí, eso justo. No hacer nada, saber sentarnos en un banco en mitad de la plaza y ver a la gente pasar. Ver a unos abuelos con una nieta de paseo o gente joven corriendo a la boca del metro porque llegan tarde a trabajar. Cuerpos que se arrastran de vuelta a casa de la losa que supone la rutina. Un pájaro bebiendo agua de los restos de lluvia que ha quedado a los pies de los árboles.




No sé, imagino que este tipo de cosas inspiran a alguien tan grande como a Roura cuando me lo encontraba en la plaza al irme del barrio o al volver de trabajar. Mira, yo no sé qué es la inspiración, ni en qué porcentaje se aleja o se acerca de la constancia y el abandono. Para mí la inspiración puede ser una hora sentada en silencio en la misma plaza con Roura o también puede ser uno de mis recordados y amados paseos en soledad por Zaragoza, los domingos de bajar al rastro y comprar camisas a 1€ que terminaría por ponerme en algún bolo. También era inspiración y huida hacia delante salir a pasear bajo el diluvio más fiero acompañado del cierzo más abominable que no te dejaba respirar, mientras el granizo te apuñalaba y llegabas a casa con los huesos empapados. Puede que esto último suene un poco masoca, pero a mí me ayudaba a encontrarme con lo que somos, algo minúsculo en mitad de la naturaleza que no va a dejar de seguir su curso por ti. Los domingos en Zaragoza siempre eran especiales, el primer año bajaba andando del Actur al centro y me sentaba en una terraza al sol, aunque fuera invierno y leía el periódico. Por aquel entonces mi uso del teléfono móvil era casi inexistente. Escribiendo esto de un modo analógico vuelvo en ensueños a Zaragoza, donde el ruido queda lejos de mis pensamientos y sensaciones, de los recuerdos y los olores que aún percibo. No me distraigo con la música de YouTube, ni con notificaciones de otras aplicaciones. Sólo las manos y mi cerebro se conectan como una marioneta moviéndose al compás de los hilos que dicta la cabeza ejecutora. Yo permanezco en silencio y dejo que la soledad también se apodere de mí y las palabras salen como quien saca al conejo de la chistera.




La diferencia entre él y yo es que no aparezco por casualidad, tampoco aparezco en la rutina de un trabajo de oficina, a veces soy como el Guadiana y a veces soy el puto Nilo. Solo hace falta vomitar el miedo y no permitir que te apaguen la voz. 



El arte a veces cuenta mentiras para explicar realidades, ¿no? Yo te he dicho que es lunes. Pero te he mentido. Hoy es domingo para ti y para todos los calendarios. Pero en mi cabeza es lunes, martes, miércoles y jueves. No hace falta que digas nada.

40. La pantomima de la cuerda.

 La pantomima de la cuerda: Cuando no sabes si estás trepando o si tiras de ella hacia arriba con un peso atado. Si trepas, vas viendo mover...