domingo, 4 de julio de 2021

6. La inspiración.


Hoy es lunes. Dirás que miento. Es un lunes común, pero no es como esos lunes estresantes de cuando el domingo se acaba. Hoy es lunes y el vacío se ancla en mi dorsal como espina de rosa araña al viento a su paso. 



Hoy es lunes, pero no es lunes, y no pasa nada si no cumples tus ritmos porque el sol decide por ti.



No me centro y no concentro la neurona necesaria para latir la risa y desencantar el canto. La inspiración llega cuando le da la gana. Lo sé muy bien. Sí, es verdad, muchos dicen que la inspiración es una ilusión y que sólo es fruto del trabajo.



Es cierto que siempre hace falta trabajar la técnica, por eso hay tanto intrusismo en las artes. Porque hay una delgada línea entre trabajar la técnica y dejar volar el sentido. Sí, es cierto, la inspiración te pilla trabajando. O no. También hay que saber mirar la vida desde muchos ángulos, leer a otras personas y saberlas sentir. Es vivir la vida y saberla contar como quien te toca son sus manos, es arañar con la voz masticando las palabras la tez y el cuero cabelludo. Es saber hacer cómo hacen lxs profesionales de la interpretación. Claro, no sé cómo no lo he visto antes, actrices y actores han de meterse en cualquier papel, desde lo puro hasta lo turbio y no juzgarlo. Sólo transmitirlo. Así es lo que hacemos cuando escribimos un poema, así lo es cuando cantamos una canción. Se trata de sentirlo y no juzgarnos.



La inspiración es mejor que te llegue trabajando, o no. La práctica hace mucho más ágil el proceso, sí. Pero el contenido, a mi parecer, es mucho más importante que la forma. La forma se puede trabajar, se puede ir tallando hasta dejarla perfecta y vestida, como se hacen los arreglos de las canciones para que suenen en tu autorradio. ¿De qué sirve un traje si está puesto encima de un maniquí? El maniquí es inerte, no tiene vida ni voz, no está muerto porque no nació. Lo importante detrás de la cáscara es el alma que hay dentro, si está habitado o si está vacío. Repito: el contenido es más importante que la forma. ¿Por qué puede funcionar una canción a guitarra y voz sin necesitar una banda en directo? Y el contenido hay que vivirlo o no vivirlo en primera persona, pero sentirlo es una responsabilidad ineludible para expresarlo.




Para sentir hay que pausarse, hay que observar lo cotidiano y también hay que dejarse llevar como si fuéramos Baudelaire en “Spleen de París”. Crear también es abandonarse al pozo más oscuro que contiene miles de emociones aún sin nombre.




Escribo mucho, arrugo muchas hojas en una bola que lanzo al suelo. También leo todo lo que puedo, y publico casi nada. Hago canciones desde los 8 años y solo he publicado 8. Yo no hago pseudopoemas ni canciones para publicarlas, mi fin es entenderme, mirar atrás, cambiar de opinión o mantenerla. Pero sobre todo, hago esto porque para mí es necesario, como quien escribe un diario. Es un instinto vital. Aunque también existen procesos en los que me callo a mí misma, miro al infinito y encierro las lágrimas, como si estas nunca fueran a reventar por los ojos. No sé si quien publica mucho cuida la forma y no el contenido, para mí da igual si estás años y años en silencio y luego enseñas algo porque te apetece y crees que merece la pena, mira Fiona Apple -hostia en la cara de discazo que te ha dado-. Creo que lo que importa es como en un buen polvazo, no es la cantidad, es la puta calidad, sentir que eres honesto y que estás enseñando algo real, algo de verdad.



Lo cierto es que yo no escribo para ti, ni siquiera para mí. Me expreso porque hablando, pensando o escribiendo soy. Y siendo me conozco, y si me conozco sumo y puedo restar lo que no me gusta de mí. Todo lo que nos llega nos inspira y eso es la vida. Negarlo nos limita. A veces hay que dejar pasar días, semanas, seguir poco a poco trabajando pero darnos más espacio para respirar y vivir. Ay, sí, eso justo. No hacer nada, saber sentarnos en un banco en mitad de la plaza y ver a la gente pasar. Ver a unos abuelos con una nieta de paseo o gente joven corriendo a la boca del metro porque llegan tarde a trabajar. Cuerpos que se arrastran de vuelta a casa de la losa que supone la rutina. Un pájaro bebiendo agua de los restos de lluvia que ha quedado a los pies de los árboles.




No sé, imagino que este tipo de cosas inspiran a alguien tan grande como a Roura cuando me lo encontraba en la plaza al irme del barrio o al volver de trabajar. Mira, yo no sé qué es la inspiración, ni en qué porcentaje se aleja o se acerca de la constancia y el abandono. Para mí la inspiración puede ser una hora sentada en silencio en la misma plaza con Roura o también puede ser uno de mis recordados y amados paseos en soledad por Zaragoza, los domingos de bajar al rastro y comprar camisas a 1€ que terminaría por ponerme en algún bolo. También era inspiración y huida hacia delante salir a pasear bajo el diluvio más fiero acompañado del cierzo más abominable que no te dejaba respirar, mientras el granizo te apuñalaba y llegabas a casa con los huesos empapados. Puede que esto último suene un poco masoca, pero a mí me ayudaba a encontrarme con lo que somos, algo minúsculo en mitad de la naturaleza que no va a dejar de seguir su curso por ti. Los domingos en Zaragoza siempre eran especiales, el primer año bajaba andando del Actur al centro y me sentaba en una terraza al sol, aunque fuera invierno y leía el periódico. Por aquel entonces mi uso del teléfono móvil era casi inexistente. Escribiendo esto de un modo analógico vuelvo en ensueños a Zaragoza, donde el ruido queda lejos de mis pensamientos y sensaciones, de los recuerdos y los olores que aún percibo. No me distraigo con la música de YouTube, ni con notificaciones de otras aplicaciones. Sólo las manos y mi cerebro se conectan como una marioneta moviéndose al compás de los hilos que dicta la cabeza ejecutora. Yo permanezco en silencio y dejo que la soledad también se apodere de mí y las palabras salen como quien saca al conejo de la chistera.




La diferencia entre él y yo es que no aparezco por casualidad, tampoco aparezco en la rutina de un trabajo de oficina, a veces soy como el Guadiana y a veces soy el puto Nilo. Solo hace falta vomitar el miedo y no permitir que te apaguen la voz. 



El arte a veces cuenta mentiras para explicar realidades, ¿no? Yo te he dicho que es lunes. Pero te he mentido. Hoy es domingo para ti y para todos los calendarios. Pero en mi cabeza es lunes, martes, miércoles y jueves. No hace falta que digas nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

40. La pantomima de la cuerda.

 La pantomima de la cuerda: Cuando no sabes si estás trepando o si tiras de ella hacia arriba con un peso atado. Si trepas, vas viendo mover...