domingo, 8 de agosto de 2021

10. Las pulgas.


 Yo nunca dejé de ser yo aunque me quedase sin voz. Yo nunca dejé de ser yo aunque me cortaran al hablar. Nunca morí del todo aunque a más de uno le hubiera encantado. Nunca me callaré, nunca más, porque tú me digas que puedo seguir tu ejemplo de callada. Porque invalidando mi voz levantas la tuya. Nunca más me callaré ni flaquearán las fuerzas que me hacían levitar llenas de aventuras inéditas y jamás contadas. Me quieres callada y vacía y siempre me hablas seria y fría, como si pisándome y haciéndome daño tú fueras una persona más necesaria en el mundo. Te hablo a ti pero no eres tú. Incluso te hablo en singular cuando me refiero a muchas pulgas, las que me picaban como si fueran garrapatas y pululaban su existencia alrededor, porque soy perro flaco. Esas mismas pulgas que te dejan granos que pican, que se inflaman, que duelen y vuelven a picar. Me quieres callada porque te molesta mi luz hasta cuando soy penumbra, me quieres muda, sin voz ni pensamiento, porque no soportas que tenga ideas propias o que, incluso, en determinados campos sepa mejor de lo que hablo y no sea una verborrea vacía como lo es tu vida. Porque para sentirte a la altura tienes que conseguir hacer pequeños a los que tienes al lado, eso o rodearte de gente que es más pequeña aún que tú; es más, no es que sean más pequeños que tú, es que los has hecho a tu imagen y semejanza. Con lo fácil que es mirar a la luz e ir hacia aquellas personas que tienen más luz para podernos alumbrar mejor, para crecer con ellos... Ya ves, hay personas que tienen más facilidad para formar enlaces, no soportan estar solos y han de dirigir una manada, por eso necesitan tener muchas valencias, para encajar con todos y a cada cuál contarle una mentira. Luego estamos las personas que nos parecemos un poco más a los gases nobles, porque ligamos muy poco con nuestro alrededor, y no me refiero a sexo y amor precisamente.


Nunca dejé de ser yo, nunca dejé de pseudoescribir prosa y poesía, ni de tener curiosidad por la fotografía. En realidad antes de ir a Madrid para algunos yo era un bicho raro bohemio, la artista y la dramas. Llámame lo que quieras, pero déjame en paz. Y, sobre todo, deja de creer que eres el ombligo del mundo. Nadie es tan importante, como hablábamos una amiga mía y yo, no somos nadie ninguno. Así que focalízate en ti, tus virtudes y miserias y deja las demás. Búscate, encuéntrate y deja de intentar joderle la vida a los demás. Ya sé lo que ocurre cuando descubro a una persona sociópata, que cuando te descubro ya no tienes poder sobre mí. Quítate la máscara, cariño, te he pillado. 


Estas personas a veces se esconden entre supuestos amigos e incluso entre la familia. Vale más identificarles aunque parezca tarde que darles el poder de que nos chupen la vida mientras esta dura. Brilla, cariño, no dejes de intentar tener tu luz propia, si no ve a una ferretería a comprar una bombilla, pero deja ya de puentear coches ajenos. Para ser un buen macarra hay que tener corazón y tú no llegas ni a aprendiz. Parece baladí pero cuando tienes corazón, aunque estés triste, este te lleva donde haga falta, la energía está siempre en tránsito. En cambio, cuando no hay corazón todo es impostado. Sólo se huele la ambición, la ambición carente de alma y de metas te lleva a tu misma mierda de siempre. Dice más de alguien sus palabras que su silencio. Por eso jamás me verás conspirando ni poniéndote a nadie en contra, porque a la gente se la huele al final, tarde o temprano. 


Ya ves, yo no creo en dios pero va a ser verdad aquello de “Dios los cría y ellos se juntan”. Vaya que sí, porque cuando alguien falta en el grupo le despellejáis vivo. Aún estando yo delante. He decidido dar la espalda y no mirar atrás a ese espacio tiempo nunca más, porque hasta mis peores adversarios en la vida merecen un hueco en mi vida. Existe un código de lealtad, de franqueza. Una cosa es ser mala persona y otra bien distinta es planear cómo poner a un número determinado de personas en tu contra y en la lejanía. Es duro, sí, pero no estás solo, porque aunque tu intención fuera esa, mis amigos siempre han estado y estarán ahí. Sí, aquellos de los que hablaba antes, los de verdad, los indispensables. Porque aunque quisieras dejarme sola no solo tengo a las personas que de verdad me quieren, también me tengo a mí. Y tenerse a uno mismo es algo que ni tú conseguirás jamás por esos caminos baldíos. Aunque sientas o digas que eres una persona madura, alguien maduro jamás lo diría de sí mismo ni haría lo que me hiciste. Tan defensores de los derechos humanos, tan digno de bullying de patio del colegio, tan digno de persona preguntona. Uno no pregunta el pecador cuando te cuentan un pecado. Así son las cosas y así se las hemos contado.


La ansiedad que pueden generar las pulgas y las garrapatas no se las desearía jamás a nadie. Ser consciente de que te están haciendo luz de gas tampoco. Pero diré algo: la gente que te pegaba en el cole cuando tenías 4 años, que conspiraba en el instituto y manipulaba a todo el mundo... Esa gente no cambia y te jode la vida en tu trabajo. Huélela, apestan a kilómetros. No te repitas demasiadas veces que la primera impresión falla: a veces falla y a veces no. Pero cuando tu estómago ruge es porque percibe a los parásitos, escúchalo... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

40. La pantomima de la cuerda.

 La pantomima de la cuerda: Cuando no sabes si estás trepando o si tiras de ella hacia arriba con un peso atado. Si trepas, vas viendo mover...