Estoy escuchando “Sur en el valle” de Quique González.
Esta semana sigo observando a los gatos como si fuera algo nuevo que descubrir, poco a poco se acercan más a mí, no les echo nada de comer porque no comen mondas de fruta o verdura pelada. Por este motivo se me hace extraño que se vayan acercando a mí: me muestro distante para no espantarles.
Si te dan fobia los bichos omite el párrafo indicado //...//
//Hace un año aprendí en soledad por qué no debía alimentar a los animales salvajes, leerlo en Niadela de Beatriz Montañez me hizo reafirmarlo. Todo es cadena trófica, afectas al comportamiento de los animales y a su vez atraes a más animales no deseados a casa. Donde hay comida cerca no solo hay gatos, hay aves bonitas, sí, pero también cucarachas. Donde hay cucarachas no mola, donde hay cucarachas hay más arañas de lo normal, ratones y bichos que a su vez comen arañas. Ya mencioné anteriormente lo feliz que vivía con Úrsula -araña lobo-, porque sólo estaba ella y alguna de diferente especie escondida. Así que lección aprendida: “don't feed the wild life”. Tienes hasta un cartel que pone que no alimentes a los patos en la Alamedilla, pero oye, nada, allí van todos los padres con sus hijos a darles gusanitos a los patos y ocas. //
La semana pasada la vida me pesaba un poquito más, me di cuenta de que aquel ratón que maté por accidente cuando iba a echarle por la puerta no era un ratón sino una musaraña. Sí, una musaraña. Nunca había visto una. Pero he conocido a una gata nueva, es clarita aunque no del todo blanca. No me he fijado en ella precisamente por ser nueva y de diferente color, sino por algo muy particular...
¡Es ciega! Sí, repito, es ciega. Es la primera gata salvaje que conozco y observo su ceguera. No conoce mi voz, pero sí el chasquido de mis dedos, los oye y dirige su cabecica hacia donde dirijo mi mano chasqueando. Nunca me mira al cuerpo y menos a la cara, como hacen el resto de los gatos que pululan por aquí...
Haber conocido a una gata ciega es haber conocido mi propia ceguera. Cuando la vi a ella me vi a mí misma tratando de saber cómo caminar en el mundo. Pocos días tardó en darme una maravillosa lección. He visto a esa gata jugar con otros gatos, escuchar alguna presa cerca, no moverse y ponerse en posición de caza. También la he visto intuir un bordillo hacia abajo y tantear con la pata izquierda delantera cómo de lejos le quedaba el suelo para apoyarse y bajar. Perseguir a Gato (el gato negro) para jugar con él y que a éste no le hiciera del todo gracia...
Mi Yin Yang cercano, dije en voz bajita. Sonreí.
Parece que los humanos lo complicamos todo demasiado. Llevo dos noches soñando que mi abuela estaba viva. La primera noche me quedé un poco paralizada sin entender nada escuchándola hablar y sonreír. La segunda noche la cogí en volandas y la abracé en el aire. Al despertar me sentí bien. Estaba guapísima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario