domingo, 26 de diciembre de 2021

24. Saca la cabeza del puto cubo de basura.







 Otro domingo que se pasa volando y yo con el culo pegado a la silla.

 Estoy escuchando este disco últimamente... 


¿Qué es un pensamiento dominguero? ¿Es un insulto? ¿Es un pensamiento banal?

¿Es una reflexión breve sobre algo de la forma más informal o carente de argumentación? ¿Es el nuevo insulto paralelo que significa lo mismo que cuando decimos “deja de romantizar equis cosa” para rechazar opiniones tan legítimas como las tuyas?



Supongo que el gran problema del ser humano, al igual que en la película “No mires arriba”, es que cree que puede opinar sobre todo lo que quiera, aunque carezca de formación o argumentación sólida para defender su postura, o atacar y hacer daño. 



Hoy me desperté bastante descolocada por la mañana, tuve un sueño de lo más extraño. En él iba apareciendo gente del pasado que no se portó nada bien conmigo, gente de esa que prefieres tener lejos para vivir feliz. Pues nada, oye, todos me iban saludando con buenos deseos, con sonrisas, e incluso algunos no me reconocían con mi pelo rubio. 



Hoy ha sido un día de lo más extraño, me autoencierro por si acaso en mi habitación, dejo que mis ovarios empiecen a dar mucho por la parte donde la espalda pierde el nombre, creo que la explosión comienza y yo sin mi copa aquí. 



Durante el día me siento extremadamente sensible, perdida entre el caos, toma de decisiones, estrés, un cúmulo de emociones que se hacen una bola llena de nudos enmarañados. Tengo que comprar tinta para máquina de escribir. Tengo que reunirme conmigo y dejar de escuchar el exterior. Tengo que preguntarme qué coño quiero yo y hacerlo. La vida es una y no merece desgastarnos el tiempo, tu ritmo es tuyo, tú decides. Tu salud es tuya, tú te cuidas, tú decides. Y sobre todo: te respetas. Y si no te respetas y no te sientes una persona respetada, sigue buscando tu camino, sal del tiesto, mézclate de nuevo en la selva y saca la cabeza del puto cubo de basura.

lunes, 20 de diciembre de 2021

23. Estar en pijama.

 





Ayer, domingo, pensé muchas cosas, a la vez sólo una, a la vez ninguna. Escribí mucho, pero sin forma y descolocado, sentía que no encontraba la manera. Acostumbrada a escribir a máquina o a mano sin distracción, esta vez me resultó super extraño a ordenador con todo tipo de distracciones. Pero bueno, ahí va: 



He pasado todo el día pensando que el domingo pasado escribí pero no publiqué, así que dejaré ese número reservado, quién sabe, si para otra ocasión. He releído todo y, mientras, mi estómago iba revolviéndose. Así que decidí dejar ese número enterrado hasta nuevo aviso.



He aquí el número 23. Me gusta ese número. También me gusta pasar tiempo con las personas con las que podría estar todo el día en pijama y me sentiría feliz. 



Estoy en la ciudad y me cuesta mucho lidiar con la resaca emocional que me produce hablar con personas o conocer a otras tantas, dentro de las medidas covid y con cuidadico. No me apetece hacer un resumen anual contando lo bonitas y maravillosas que son las cosas, porque a veces no lo son, pero sí podemos sacar conclusiones buenas. La mala noticia es que sigo odiando las navidades, nada nuevo bajo el sol. La buena es que últimamente, aunque me apetezca tomar un café con alguien y charlar, casi siempre cancelo el plan porque me apetece estar sola y tranquila, con ambiente casero.




Todo esto se traduce a que también me gusta hacer fotos, temo siempre el momento de descargar y seleccionar, el buscar una tienda de revelado, el terminar un carrete. Hoy podría ser un gato en pijama en cualquier sofá que me hiciera sentir casa. Pero sabes que para esas cosas, no te vale cualquier persona. Podríamos llamar a estas personas “El círculo del pijama”, esa gente con la que estás en casa sin sentirte incómoda, en pijama, con la que hablas de cualquier cosa, bostezas y te zambulles en un libro con toda la paz del mundo. 




Hace rato pensaba eso, no en las palabras ordinarias como pijama, sino en lo que significa estar con un mono calentito de pijama en un lugar compartido y estar sin necesidad de ser. Activar tu modo planta y estar a gusto cada uno a su bola. Eso no se consigue con cualquiera, tu confianza es un cristal, fácil de romper pero bello de mantener.


Hoy me encuentro francamente relajada, quizás esté aprendiendo a decir que no a tiempo, a seleccionar, a no aceptar todo lo que se cruza por el camino, a pedir espacio. Mi ritmo es mío y disfruto de los procesos distintos en los que vamos embarcándonos... 



-------Hoy he permanecido con el verbo existir. Hoy he estado pero no he sido, he estado relajada pensando en la trivialidad que puede ser ver en una película a personajes charlando de cosas importantes en pijama. Esta mañana meditaba acerca de con qué personas de mi alrededor podría estar en pijama, haciendo algo juntos como estar tocando y grabando, o cada uno a su bola. 



Entra ella, me habla, me dice cosas con muy buena intención y yo bajo de golpe de escribir, no recuerdo lo que contesto, algo negativo pero positivo, ser honesta. Quería continuar a solas escribiendo, pero estas cosas pequeñas cotidianas en el fondo tienen su magia. Ese vínculo de sinceridad. Cuando escribo y me interrumpen es como si me pillasen completamente desnuda. Necesito silencio. 




  • Otra vez, me distrae como si fuera una mariposa revoloteando en la habitación. Lo acepto, es convivencia, es cotidiano, tiene magia. Y realmente la tiene, porque la segunda vez aprendo a tomármelo bien, me relaja, escucho cuando habla y hace cosas con las manos. Su sonido es agradable, pero te sientes bloqueada para hablar, estás como ausente dejándote relajar por ese sonido revoloteando alrededor como si fuera asmr.




  • Estás otra vez ahí, ¿dándole al cerebro? – Sonrío, ella cierra la puerta con suavidad, la deja entornada. Me siento realmente frente al ordenador de nuevo, del verbo sentir. Resulta que ya estaba aquí, pero no lo sabía del todo.




  • Rato de estar charlando mientras cenamos, ha hecho una sopa de ajo riquísima. Me atrapa en sus conversaciones y dejo que me atrape. Luego me estreso porque no termino realmente de escribir esto mientras llegan las doce de la noche del domingo. Tampoco hay mucho que contar, esto es lo que suele pasar con la gente con la que estás a gusto en pijama, cuando no te apetece ver a nadie. Cuando el tiempo pasa deprisa y te atrapa.



domingo, 5 de diciembre de 2021

21. Dicen que este número desintoxica.





 21. 


21 entradas y aún sigo teniendo la sensación de que en realidad no llevo ninguna, o de que he ido bajando mi autoexigencia. Que ya no importa la cantidad, ni tampoco la calidad, solo la calma y la estabilidad.



Que me gusta escribir pero no suelo compartir nada de lo que escribo, que me gusta tocar música pero en estos últimos años no me apetece volver a tocar en público, que las canciones viven para siempre en un disco que puedes ponerte cuando no puedes ir a un concierto. Que me gusta vivir y exprimir las emociones, sentirlas, vivir la felicidad, la comicidad de las cosas raras que te puedes encontrar una noche volviendo a casa con tu amiga.



El último disco de Rufus T. Firefly me atrapa y me lleva al estado de total de amor, de nostalgia y tristeza, melancolía y el brillo en los ojos. Disfruto de socializar, de hablar, de decir tonterías y de alguna que otra borrachera. Mañana es fiesta pero yo retomo mis trabajos y he sentido cómo estos días se apoderaban de mí las ganas de dedicarme a la contemplación y eso ayuda mucho. Ayuda a observar, a sentir y a ganarle perspectiva a la vida. 



He vuelto por la ciudad que muchas veces digo que siento como si fuera de aquí. Zaragoza tiene algo que se queda por dentro del pecho y avivan las emociones.

Respiro y lleno el pecho de lo que luego son suspiros, miro a los ojos de la gente buscando tu mirada, esa que sé que no encontraré porque no existes. Dejo que tu sonrisa me acompañe en la memoria, dejo que protejas lo que no se ve, el mundo intangible me gana al material. Esta vida es un nudo de marañas que deshacen los extremos deshilachados.



Cambiar de aires no es suficiente, ahora te haces un nuevo piercing en la oreja que hace que recuerdes lo que es tener que dormir una semana o dos de un solo lado en la cama, sin saber cómo, mientras duermes, eres capaz de no girarte y despertarte del dolor. No sé cómo lo haces, pero lo haces. Mi brujita y yo hablamos sobre lo rara que está la gente estos días, anoche según volvíamos a casa venían dos señores detrás, escondiéndose entre las bicis y las motos y poniendo las manos como si llevaran pistolas. Me giro en seco, parada. Les miro a los ojos y abro la boca con tono bastante borde:


  • ¿Pero qué os pasa en Zaragoza? Estáis majaretas hoy, eh...


Se notaba a la legua, dos señores de unos cincuenta o sesenta años drogados de alucinógenos, seguramente irían de setas o a saberse qué. En principio me asustó, luego me pareció ridículo y luego nos dio la risa. Tampoco está tan mal ver gente mayor pasándoselo bien. Total, tras los malos rollos de gente buscando mal bronca y pelea con otras personas al menos nos reímos bastante. Siempre hay borrachos buscando broncas, de hecho, llegué a llamar a la nacional porque uno de ellos al principio me hizo sentir muy muy violenta y luego fue a buscar bronca con el camarero. Con lo fácil que es pasarlo bien y qué ganas tiene la gente a veces de joder a los demás. Hablamos de los límites, de lo bueno que es saber estar solo un buen tiempo, de saberse querer bien a uno mismo, de no necesitar pareja o estar abierto a sentir algo por alguien, de poder poner ese límite y no quedarte con lo primero que pasa. Qué felicidad da ser dueña de tus elecciones, de aprender de los errores y no tener miedo a equivocarte. Hay algo dentro de mí que vuelve a su ser tras años de nubarrones, volver donde uno fue feliz sin saberlo siempre sienta bien. Reordeno el puzzle y pienso que tal vez la vida sea eso, desordenarse y ordenarse de nuevo, hay piezas que pierdes y nunca vuelven a estar en su sitio; pero el resto queda ordenado y reconoces la imagen, te reconoces, sientes que has vuelto y que no tienes prisa por volver entera, volverás. Aprendes a desaprender y eso es bueno, los treinta por fin sientan bien. Los treinta son los nuevos veinte y puedes renacer, la ilusión está en un huevo que está descascarillándose y vuelves a ser la macarra que pone límites.


Porque ya lo dije en una de las primeras entradas, para ser un buen macarra hay que tener corazón. Y mucho.


40. La pantomima de la cuerda.

 La pantomima de la cuerda: Cuando no sabes si estás trepando o si tiras de ella hacia arriba con un peso atado. Si trepas, vas viendo mover...