lunes, 20 de diciembre de 2021

23. Estar en pijama.

 





Ayer, domingo, pensé muchas cosas, a la vez sólo una, a la vez ninguna. Escribí mucho, pero sin forma y descolocado, sentía que no encontraba la manera. Acostumbrada a escribir a máquina o a mano sin distracción, esta vez me resultó super extraño a ordenador con todo tipo de distracciones. Pero bueno, ahí va: 



He pasado todo el día pensando que el domingo pasado escribí pero no publiqué, así que dejaré ese número reservado, quién sabe, si para otra ocasión. He releído todo y, mientras, mi estómago iba revolviéndose. Así que decidí dejar ese número enterrado hasta nuevo aviso.



He aquí el número 23. Me gusta ese número. También me gusta pasar tiempo con las personas con las que podría estar todo el día en pijama y me sentiría feliz. 



Estoy en la ciudad y me cuesta mucho lidiar con la resaca emocional que me produce hablar con personas o conocer a otras tantas, dentro de las medidas covid y con cuidadico. No me apetece hacer un resumen anual contando lo bonitas y maravillosas que son las cosas, porque a veces no lo son, pero sí podemos sacar conclusiones buenas. La mala noticia es que sigo odiando las navidades, nada nuevo bajo el sol. La buena es que últimamente, aunque me apetezca tomar un café con alguien y charlar, casi siempre cancelo el plan porque me apetece estar sola y tranquila, con ambiente casero.




Todo esto se traduce a que también me gusta hacer fotos, temo siempre el momento de descargar y seleccionar, el buscar una tienda de revelado, el terminar un carrete. Hoy podría ser un gato en pijama en cualquier sofá que me hiciera sentir casa. Pero sabes que para esas cosas, no te vale cualquier persona. Podríamos llamar a estas personas “El círculo del pijama”, esa gente con la que estás en casa sin sentirte incómoda, en pijama, con la que hablas de cualquier cosa, bostezas y te zambulles en un libro con toda la paz del mundo. 




Hace rato pensaba eso, no en las palabras ordinarias como pijama, sino en lo que significa estar con un mono calentito de pijama en un lugar compartido y estar sin necesidad de ser. Activar tu modo planta y estar a gusto cada uno a su bola. Eso no se consigue con cualquiera, tu confianza es un cristal, fácil de romper pero bello de mantener.


Hoy me encuentro francamente relajada, quizás esté aprendiendo a decir que no a tiempo, a seleccionar, a no aceptar todo lo que se cruza por el camino, a pedir espacio. Mi ritmo es mío y disfruto de los procesos distintos en los que vamos embarcándonos... 



-------Hoy he permanecido con el verbo existir. Hoy he estado pero no he sido, he estado relajada pensando en la trivialidad que puede ser ver en una película a personajes charlando de cosas importantes en pijama. Esta mañana meditaba acerca de con qué personas de mi alrededor podría estar en pijama, haciendo algo juntos como estar tocando y grabando, o cada uno a su bola. 



Entra ella, me habla, me dice cosas con muy buena intención y yo bajo de golpe de escribir, no recuerdo lo que contesto, algo negativo pero positivo, ser honesta. Quería continuar a solas escribiendo, pero estas cosas pequeñas cotidianas en el fondo tienen su magia. Ese vínculo de sinceridad. Cuando escribo y me interrumpen es como si me pillasen completamente desnuda. Necesito silencio. 




  • Otra vez, me distrae como si fuera una mariposa revoloteando en la habitación. Lo acepto, es convivencia, es cotidiano, tiene magia. Y realmente la tiene, porque la segunda vez aprendo a tomármelo bien, me relaja, escucho cuando habla y hace cosas con las manos. Su sonido es agradable, pero te sientes bloqueada para hablar, estás como ausente dejándote relajar por ese sonido revoloteando alrededor como si fuera asmr.




  • Estás otra vez ahí, ¿dándole al cerebro? – Sonrío, ella cierra la puerta con suavidad, la deja entornada. Me siento realmente frente al ordenador de nuevo, del verbo sentir. Resulta que ya estaba aquí, pero no lo sabía del todo.




  • Rato de estar charlando mientras cenamos, ha hecho una sopa de ajo riquísima. Me atrapa en sus conversaciones y dejo que me atrape. Luego me estreso porque no termino realmente de escribir esto mientras llegan las doce de la noche del domingo. Tampoco hay mucho que contar, esto es lo que suele pasar con la gente con la que estás a gusto en pijama, cuando no te apetece ver a nadie. Cuando el tiempo pasa deprisa y te atrapa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

40. La pantomima de la cuerda.

 La pantomima de la cuerda: Cuando no sabes si estás trepando o si tiras de ella hacia arriba con un peso atado. Si trepas, vas viendo mover...